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El ultimo bastion
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"Import substitution industrialization is a trade and economic policy that advocates replacing foreign imports with domestic production. The US's current "Import Substitution Re-Industrialization" (ISRI) strive reminds me of the dominant policy of "Import Substitution Industrialization" (ISI) performed by many Latin American countries in the last century. Finally, a comparison with other economies indicates that the US has not been doing well in life expectancy and literacy - end measurements for the part of an increasing GDP that went into health care and education. Further, Reagan and Thatcher governed in the 1980s and US policy since then has been much more modified capitalism than they espoused. Part of the American superiority arises from the favorable demography of the US relative to its peers. One glaring example is the fact that growth in GDP per capita is the sum of the growth of output per worker (productivity) and growth in the ratio of workers/population (participation). The basic premise of the article was that the economic performance of the US in comparison with other advanced economies in terms of GDP per capital and stock market indices was impressive (and due to neo-liberal policies.) GDP per capita is an inadequate comparison for economic performance - internationally and intertemporally for many reasons which DeLong knows and could have cited.

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It is a shame that he decided on a rhetorical attack on the Economist for its recent long article on comparative economic performance rather than the professional dissection of the economic data on which the article (and David Brooks' encomium (NYT) for the article was based.

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Pero lo que realmente me cortó el aliento, siendo un historiador de la economía, fue la conclusión del artículo, que atribuye la prosperidad de los Estados Unidos en la posguerra a su adoración del dios Mammón de la injusticia (más conocido como capitalismo del laissez‑faire ).ĭeLong is a an accomplished American Economic Historian. Dudar de que los problemas actuales de la economía estadounidense tengan alguna causa que no sea la presencia de un Estado intervencionista y autoritario es apostasía. Que los estadounidenses se aquieten y reciten el catequismo: «El mercado me lo da, el mercado me lo quita: alabado sea el nombre del mercado». Para hacer frente a desafíos como el ascenso de China y el cambio climático, Estados Unidos debe «recordar lo que dio impulso a su larga y exitosa historia».Ĭomo siempre, The Economist se inclina ante el dogma neoliberal con la actitud santurrona y convencida del creyente. Los autores reconocen que la «apertura estadounidense» generó prosperidad para empresas y consumidores, pero también señalan que el expresidente Donald Trump y su sucesor Joe Biden «viraron al proteccionismo», y advierten de que los subsidios pueden estimular la inversión a corto plazo pero «terminan afianzando conductas de lobby » costosas y distorsivas.

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Los autores exhortan a los desalentados estadounidenses a estar felices por la «espectacular historia de éxito» de su país y luego insisten con la condescendencia: «cuando los estadounidenses piensan que su economía es un problema que demanda correcciones, es allí cuando más probable es que sus políticos arruinen los próximos treinta años». Un buen ejemplo de ello es un artículo reciente que celebra el « asombroso registro económico» de los Estados Unidos. Pero el paradigma económico en el que se basaron el thatcherismo, la «Reaganomics» y el Consenso de Washington sigue vivo y coleando en al menos un lugar: las páginas de The Economist. Después de que cuarenta años de desregulación, financierización y globalización no generaron prosperidad para nadie excepto para los ricos, parece que Estados Unidos y otras democracias liberales de Occidente han dejado atrás el experimento neoliberal y vuelven a adoptar la política industrial. BERKELEY – La última década no ha sido buena para el neoliberalismo.






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